En un lugar lejano de la mítica Florencia, una joven de nombre Julianne se contemplaba frente a un pequeño espejo, su belleza era incomparable, poseía una piel pálida que brillaba a la luz de la Luna, sus enormes ojos grises magnéticos cual imán lograban atraer a cualquiera, sus labios rojos como un rubí eran deseados por muchos, toda una belleza exótica, y ella lo sabía.
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